martes, 19 de noviembre de 2013

III BIENAL DE ARTE JÓVEN


Audiovisuales. En esta sala del Centro Cultural Konex se pueden ver 20 nuevos cortometrajes. DIEGO WALDMANN

Durante todo el mes de junio estuvo abierta la convocatoria para que artistas de entre 18 y 32 años presentaran sus obras y proyectos –4.700 enviaron sus trabajos– en las cuatro disciplinas contempladas: artes visuales, escénicas, audiovisuales y música. Un comité formado por especialistas en cada una de las áreas seleccionó las 135 mejores propuestas, que involucran a más de 700 artistas, y que son las que, desde ayer y hasta el próximo domingo 17, se pueden ver gratis en el Centro Cultural Konex (Sarmiento 3131), principal sede de la III Bienal de Arte Joven, organizada por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
La Bienal, que además del Konex tiene como sedes el Centro Cultural Borges, y siete salas de teatro independiente de la zona del Abasto, se plantea como una continuación de aquellas que se celebraron en 1989 y 1991. Según Luciana Blasco, directora general del evento, “la idea es recuperar un espacio emblemático dedicado a la visualización del arte joven, esas bienales quedaron en el imaginario colectivo como algo valioso”.
El martes fue el día de la inauguración, y con el sol acompañando en una tarde que trajo el verano, la organización estima que pasaron por el Konex unas 25.000 personas durante las nueve horas que duró el evento. A partir de las siete de la tarde y hasta las 22, hora de cierre al fin del recital de la banda Massacre, incluso se formaban colas en la entrada y los nuevos visitantes tenían que esperar a que salieran otros: no cabían todos.
Más de 70 bicicletas se agolpaban en el patio, abarrotado de jóvenes con remeras en las que se leían leyendas dedicadas a The Beatles, The Doors o Ramones, que sacaban fotos con sus celulares y sus tablets: la edad de los asistentes estaba entre los 17 y los 30 años.
Uno de los platos fuertes del primer día fue el cóctel realizado con motivo de la inauguración de la muestra Bienales en diálogo (1989-2013) que, con curaduría del fotógrafo Marcos López incluye imágenes captadas por él, Res y Adriana Miranda durante la bienal del 89 y las pone en diálogo con las tomadas por Nicolás Colledani en esta edición. Allí estaban los artistas finalistas, algunos de los cuales serán anunciados como ganadores de becas formativas dentro y fuera del país en una ceremonia el domingo a las 20. También estaban los jurados de todas las disciplinas, e invitados que bailaron al ritmo de la música electrónica con la que un DJ animaba el lugar.
“La Bienal –explica Blasco– es un espacio de encuentro entre artistas de distintas disciplinas y también de distintas generaciones que pueden generar proyectos futuros”. Y continúa: “Estas manifestaciones artísticas se producen en la ciudad todos los días, y hay un circuito de gente que participa, pero otra gente no. Ponerlo junto en un gran evento, tracciona nuevo público. Se trata de iluminar algo que pasa todos los días”.
Ese público transitaba sin cesar por todos los espacios. Unos miraban las obras expuestas en el Espacio Permanente de Artes Visuales –acuarelas, pinturas, esculturas, videos e instalaciones para todos los gustos–, otros preferían comenzar por la sala de audiovisuales, donde más de 20 computadoras –siempre ocupadas– permitían ver los 20 cortometrajes y las 3 series web seleccionadas. Muchos, en cambio, preferían quedarse frente a los escenarios para escuchar algunas de las bandas que seguirán tocando durantes estos días. Varios –también– descansaban en alguno de los espacios que, a modo de chill out, estaban repartidos por todo el predio: sillones blancos y reposeras por las que también había que esperar. Y por todos lados, pantallas y luces de colores cuya baja intensidad confería a las salas un indiscutible aire de fiesta.
Quedan todavía cuatro días más para disfrutar del arte, el teatro, la danza, el cine, la música y sobre todo, los encuentros y las nuevas ideas. No falte.

sábado, 9 de noviembre de 2013

LA NOCHE DE LOS MUSEOS. 2013

La Noche de los Museos 2013

El sábado 9 de noviembre es nuevamente una noche mágica para potenciar los sentidos y aunar los sueños de una ciudad abierta. En el marco del programa Democracia 30+30. Una mirada al futuro, implementado durante el año por el Ministerio de Cultura, los vecinos y turistas construyen en muestras y actividades valores ciudadanos recuperados con el retorno de las instituciones en 1983.

Con la cifra récord de 189 museos y espacios culturales participantes, en 27 barrios en la décima edición, una fecha en el calendario cultural porteño que transforma las calles y las veredas en puntos de encuentro de vivencias e historias. A pie o en bicicleta, una cita con las artes y la cultura donde el protagonista sos vos.

sitio web para obtner más información:
 http://www.lanochedelosmuseos.gob.ar/

martes, 5 de noviembre de 2013

MUNICH: VERANO DE 1937

ARTE DEGENERADO

por Angeles García
Siempre se ha sabido que no hay nada peor que un artista frustrado para juzgar las obras ajenas. Si además ese supuesto artista es un mediocre obsesivo con poder, el resultado es terrorífico. La historia se ha ocupado de Adolf Hitler por el genocidio de seis millones de judíos. Su historial criminal ha dejado poco espacio en las enciclopedias como para saber que en su adolescencia y juventud lo que quería era ser pintor. Pero la Academia de Bellas Artes de Viena le rechazó en dos ocasiones, en 1907 y 1908. Sus bucólicos paisajes campestres o sus insípidos retratos no despertaron ningún interés.

La figuración trasnochada que a él le emocionaba, no suscitaba más que indiferencia en un comienzo de siglo en el que las vanguardias artísticas iban por otros derroteros. El episodio no es banal para entender el profundo odio que Hitler sentía por el arte. El Nacionalsocialismo optó por un arte lleno de escenas campesinas y de guerra con personajes cuyo canon de belleza se acerca al de los héroes clásicos. Todo lo demás fue calificado de arte Degenerado, un término utilizado por En 1892, el crítico de arte alemán Max Nordau en un ensayo titulado Entartung (Degeneración), en el que entonces descalificaba a los prerrafaelitas y a los simbolistas, calificándoles de perturbados mentales. Con el pretexto de que el Estado tenía que impedir que se expandiera la locura espiritual entre la población alemana, el gobierno nazi ordenó clausurar museos de arte moderno por toda Alemania y confiscar todas aquellas obras (se estima que más de 16.000) que no podían ser más que abortos de “cerebros enfermos de judíos o agitadores bolcheviques”, argumentaron.

El Cubismo, el Surrealismo el Dadaísmo y todo aquello que no fuera realismo alemán, pasó a ser arte degenerado. Entre los autores condenados estaban los nombres de casi todos los grandes artistas de finales del XIX y comienzos del XX. Y para que todo el mundo tuviera claro lo que era Arte y lo que no lo era, Hitler mandó organizar una exposición itinerante que arrancó en Múnich en el verano de 1937, el 18 de julio y que después seguiría por otras ciudades germánicas. Se tituló “Entartete Kunst” y se mostraron 650 obras de los artistas proscritos: Monet, Manet, Renoir, Pissarro, Gauguin, Van Gogh, Cézanne, Picasso, Mondigliani, De Chirico, Chagall, Braque, Grosz, los componentes del grupo “Die Brücke”, Matisse, Klee, Kandinsky.... Las pinturas (y alguna escultura) procedían de 32 museos públicos y de particulares a los que se les habían arrebatado sus colecciones. Del resto, hasta completar las 16.000 confiscadas, nunca más se supo. Algunas fueron quemadas en plazas públicas, pero otras fueron rescatadas por especuladores sin escrúpulos para enriquecer sus arcas.
 Las 1.500 obras maestras encontradas esta semana en el apartamento de Cornelius Gurtlitt, en Múnich hacen sospechar que los depredadores las escondieron sin ninguna intención de devolvérselas a sus legítimos propietarios y que durante todos estos años, algunos pueden haber conseguido enormes ganancias negociando con el horror del nazismo.

viernes, 25 de octubre de 2013

ARTE ISLÁMICO

Como prueba de la vieja narración profética (“Alá es bello y ama las cosas bellas”), ahí está el diminuto tintero persa de cobre del siglo XIII. Con sus fabulosas incrustaciones caligráficas en oro y plata trata de alzar la voz estética en medio de la explosión del barroco sevillano del Hospital de los Venerables, sede de la Fundación Focus-Abengoa y de la muestra Nur: la luz en el arte y la ciencia del mundo islámico(hasta el 9 de febrero). Pese a que su comisaria, la experta tunecina en cultura árabe residente en Nueva York Sabiha Al Khemir, conoce bien la pieza y ha debido de contemplarla decenas de veces, no puede por menos que maravillarse de nuevo ante su meticulosa perfección. “Los artesanos que la crearon”, explica, “aplicaron la máxima también en las zonas que quedan ocultas a simple vista”.

El pequeño artefacto forma parte de la selección de 150 piezas propuesta por Al Khemir, que ha peinado el orbe islámico en un sentido tanto temporal (del siglo IX al XX) como espacial (“de Córdoba a Asia Central”) para reunir cuencos de cerámica, coranes manuscritos iluminados, vidrieras, astrolabios o especieros llegados de unos 40 museos y colecciones privadas. El recorrido serpentea por dos plantas del viejo sanatorio para religiosos (la superior es el terreno de lo artístico; la inferior, de lo científico) a través de la historia de la representación de la luz “en sentido físico y metafísico”.
El resultado es una de esas muestras que se definen mejor en negativo. Porque no, no es “una exposición religiosa, aunque la religión es consustancial al discurso islámico”, ni tampoco debe confundirse con una declaración política, aunque admite cierta lectura de actualidad; aspira a “ofrecer algo de comprensión sobre lo que es y ha sido a lo largo de los siglos el mundo árabe, que no siempre coincide con la imagen que uno obtiene de los telediarios”.
Bol con pájaro (Irak, siglo IX y X) / EL PAÍS
Pese a que la escenografía y la naturaleza de lo expuesto invitan a la contemplación detenida de todos los detalles, resulta imposible no demorarse más de la cuenta en algunas de las piezas. Como en las muestras del tan célebre como misterioso Corán azul, del que se juntan dos bifolios (algo sin duda excepcional: la leyenda dice que la piel de un animal se empleó en cada uno de ellos). El manuscrito tunecino, unas 600 páginas caligrafiadas en oro sobre un hipnótico tono índigo, se encuentra desmembrado y repartido por el mundo, y sus avatares incluso inspiraron una novela a la comisaria: The blue manuscript.
Igual de intrigantes resultan esas fichas de amorfo cristal para jugar al ajedrez, provenientes de la catedral de Orense. O el Tratado de las estrellas fijas, propiedad de la Bodleian Library de Oxford y que está considerado el manuscrito ilustrado más antiguo del mundo árabe. La joya bibliográfica aguarda hacia el final del recorrido, entre astrolabios y relojes solares (los ingenios científicos siempre se presentan a través de la ventana del arte, advierte la experta), y antes de la sección tituladaUna geometría de luz, en la que las oquedades de las vidrieras parecen despedir luz incluso sin estar iluminadas.
Más literal con las aspiraciones de la muestra había resultado al principio el tubo blanco que da la bienvenida. Es como un túnel de lavado de ideas preconcebidas, como una sala para desintoxicarse de la sobredosis barroca de la capilla de abajo, con su retablo dorado y esos frescos de Valdés Leal. Tras la limpieza, un cuenco azul y blanco con diseño radial del siglo XIII muestra como una brújula el camino al visitante en la perspectiva de Luz en el mundo (primera de las nueve secciones en las que se reparte la propuesta, bajo títulos como El arte del lustre o El reino de los astros).
Una vez cumplida su etapa sevillana, la exposición, cuya preparación ha llevado cuatro años y partió de la Fundación Focus-Abengoa (“tiene su lógica una muestra sobre la luz financiada por una empresa de energía solar”, explica la comisaria), viajará al Museo de Dallas, en el que Al Khemir ejerce desde 2012 como asesora principal de arte islámico. Antes desempeñó labores tan destacadas como la de directora fundadora del Doha Museum of Islamic Art, cuya asombrosa colección contribuyó a crear con el (mucho) dinero de la familia real catarí.
¿Está cierto público estadounidense preparado para las sutilezas acerca del islam presentadas en su propuesta? “Es la primera vez en 110 años en la historia del museo de Dallas, que este acoge una muestra de estas características”, admite Al Khemir, que ya hizo la prueba con La belleza y la creencia, presentada con éxito en los dominios mormones de Salt Lake City y en Indianápolis. “Lo que me tranquiliza es que los norteamericanos cuando hay algo que no conocen no tienen miedo de admitirlo”, explica sobre el fondo del órgano de la capilla, en el que cada día practica el intérprete titular, José Enrique Ayarra, que también lo es de la catedral de Sevilla.
Y la yuxtaposición parece programada: España y las liturgias del cristianismo son fundamentales en esta historia. Más allá de las piezas que hacen guiños a la conciliación religiosa (como cuencos con escenas bíblicas), Al-Andalus fue una parada fundamental en este viaje iluminado de ida y vuelta entre Oriente y Occidente.

jueves, 24 de octubre de 2013

OTRA ESTÉTICA SOBRE EL DESNUDO

Lucian Freud, el pintor que le dio un nuevo sentido al desnudo

“LA SUPERVISORA DE SUBSIDIOS DURMIENDO”. El cuadro que lo convirtió en el pintor vivo mejor cotizado del mundo.
“LA SUPERVISORA DE SUBSIDIOS DURMIENDO”.

En 2008 se convirtió en el artista vivo mejor cotizado, cuando se pagaron 33,3 millones de dólares por su obra “La supervisora de subsidios durmiendo”.
 Lucian Freud, el artista que reformuló el arte del retrato y ofreció un nuevo enfoque del arte figurativo, murió el miércoles en su casa de Londres. Tenía 88 años. Era nieto de Sigmund Freud y ya era una figura importante en el mundo del arte de Londres cuando, en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, comenzó una serie de retratos que lo consagraron como una voz nueva y potente.
Desde fines de la década de 1950, los desnudos de Freud adquirieron una nueva carnalidady volumen. El artista llevaba al límite a sus modelos, muchas veces amigos íntimos. Eran sesiones agotadoras, día tras día. Sus rostros muestran fatiga, angustia, aletargamiento.
Freud había nacido en Berlín en 1922. Su padre, el arquitecto Ernst, fue el hijo menor de Sigmund Freud. En 1933, luego de la llegada de Hitler al poder, los Freud se mudaron a Londres, donde Lucian mostró pocas dotes académicas, pero una escultura –un caballo en arenisca– le permitió ingresar a la Central School of Arts and Crafts de Londres. Era un bohemio, le gustaban los barrios sórdidos y los juegos de azar (“las deudas me estimulan”, dijo una vez). En 1948, se casó con Kitty Garman, a quien pintó en varios retratos, como “Niña con rosas”.
Sus primeras obras, a menudo con una narración implícita, tenían una fuerte influencia de pintores de la Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad) alemana, como Otto Dix, aunque sus influencias se remontan a Alberto Durero y los maestros flamencos. Y a veces se aventuró en el surrealismo.
Una influencia decisiva fue Francis Bacon, un artista que como él estuvo en la Bienal de Venecia de 1954 y que aparece en una de sus obras más famosas, una cabeza pintada en óleo sobre cobre. La libertad de Bacon inspiró a Freud para dejar los retratos lineales y pasó a un estilo de retrato más áspero. “Los colores profundos y saturados tienen una significación emocional que quiero evitar”, dijo una vez. A su biógrafo, Lawrence Gowing, le dijo: “Para mí, la pintura es la persona”.
Freud tenía una fuerte inclinación autobiográfica. “Mi obra es enteramente sobre mí y mis alrededores”, dijo. Y sólo en raras ocasiones, Freud aceptó pintar un retrato oficial, como el que hizo del coleccionista Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, totalmente vestido, en “Hombre en una silla”. Su grave retrato de la reina Isabel (2001), que la muestra coronada por la una diadema de diamantes, dividió las aguas. Algunos críticos elogiaron la pintura diciendo que era veraz, pero un editor de arte de The Times, de Londres, escribió: “El cuello no deshonraría a un pilar de rugby”. El fotógrafo real dijo que “deberían encerrar a Freud en la Torre de Londres”.
"Era nieto de Sigmund Freud. Trabajó los desnudos con carnalidad y volumen. Murió en Londres, a los 88 años."

POR WILLIAM GRIMES - THE NEW YORK TIMES


Naked with reflection" Lucian Freud


Pintó los cuerpos de un mundo sin dioses a quienes parecerse

PorEDUARDO IGLESIAS BRICKLES
Todavía, a los 88 años, pintaba parado. Sentado decía que le daba dolor de cabeza. No le gustaba trabajar con modelos profesionales. Sus obras, entonces, se basan en los cuerpos de sus amigos o conocidos con los cuales, previamente y después de intensas negociaciones, establecía reglas estrictas. 
Retrató a personas de todas las clases sociales –desde la reina Isabel hasta quinieleros, artistas y delincuentes– y su elección casi siempre estuvo supeditada a su impulso personal.
Robert Hughes lo describió hace veinte años como “el mayor pintor realista vivo”. La etiqueta de “realista” lo pone a Freud en una tradición que va desde Rembrandt y Velásquez hasta Courbet y Degás. Pero Freud fue más allá de los rótulos. 
Hizo del desnudo el nudo central de su obra, y con eso ha contribuido a modificar el concepto acerca del género. 
Plantándose justo en el límite de lo morboso, pintó a los modelos como si fueran reses en un frigorífico; unos cuerpos derrumbados sobre camas y sofás. 
Si el arte del pasado utilizó el desnudo para descubrir una belleza primigenia que hacía a los seres humanos parientes de los dioses, Freud canceló aquella pretensión. 
Porque sin dioses a los cuales parecernos, sus pinturas representan lo que queda de nosotros.

Fallece Lucian Freud, el pintor de los desnudos carnales









LUCIAN FREUD, no solo el nieto del creador del psicoanálisis

Lucian Freud: extraordianariamente grande

El 20 de julio moría en Candem, Londres, el pintor Lucian Freud. Un genio de la pintura convertido ya en mito, en icono del arte contemporáneo.



Soy un gran egoísta.
 No lo niego. Los seres humanos siempre me interesan menos que pintar. Los compromisos me horrorizan”. Lucien Freud.

Siempre hay el “más grande pintor vivo”. A veces seis o siete. Lucien Freud desde hace treinta años, ha sido grande, brutal, inconfundible. Pintó decenas de retratos en los que el modelo se sometía a una reinvención para que Freud lo desnudara, lo envileciera, dejándolo con sus carnes sueltas bajo la luz cenital, cruel, del estudio de Camden.
No importa era y sigue siendo muy grande. La carnalidad de sus retratos fue una auténtica invención.

Lucien nació en Berlín; hijo de un arquitecto judío y nieto de Sigmund Freud. A los diez años llegó a Londres con su familia, escapando del nazismo. Estudió arte en la East Anglican School of Drawing donde llegó a ser la estrella para no dejar nunca ese papel.
Por alguna razón ha conseguido hacer creer a los medios que era un heterosexual fervoroso, con varias mujeres en su historia –cierto– y varias decenas de hijos atribuidos. Misógino en todo caso, Freud no asistió al funeral de su madre, sin que existiera una razón poderosa para ello. El misterio le acompañó hasta el final, cuando hace unos días murió en Candem (Londres) a los 88.

Formó parte del círculo de Francis Bacon. Los mutuos retratos dan testimonio de su proximidad. Freud no admitió nunca influencias de Bacon o de cualquier otro artista. “Mi trabajo es puramente autobiográfico; soy yo y mis cosas”.

Durante décadas, en América Freud era un europeo oldfashioned, al margen del expresionismo abstracto y todas las demás vanguardias. A pesar de su precocidad fue un pintor que despertaba solo una curiosidad: ¿tiene algo que ver con Sigmund Freud? Todo eso le recluyó en una torre solitaria pero le envalentonó y radicalizó.

A Freud le hizo crecer Francis Bacon. 
Los libros hablarán de amistad; en realidad fueron dos energías que se repelían. Bebían juntos cerveza en Notting Hill mientras imaginaban cómo defender sus autenticidades, utilizando los pinceles como armas contra el arte del otro.
Bacon evolucionó positivamente, pero Freud tuvo que revolverse con desesperación para depurar las influencias de Otto Dix, George Grosz, Schiele y, naturalmente, su referencia de cada día: Francis Bacon. En 1954, Bacon y Freud compartieron pabellón en la Bienal de Venecia como dos solitarios figurativos entre abstracciones de todo tipo.

Trabajaba la pintura con bastante esmero relamido y acumulaba detalles surrealistas. Es decir, poco. Su estilo evolucionó desde esa fase inicial de acabado elegante y definido con elementos surreales a la fase definitiva: visceral, gestual, exuberante.

La pasión le llevó a utilizar cada vez más pintura, menos fluida, movida por pinceles rígidos que arrastraban pigmentos carnales. Y empezó a gustarle que la gente encontrara feos y marginales a sus modelos, de carnes grasientas. Eso le resultaba adictivo. En realidad sus modelos venían de todas las procedencias: la calle, la aristocracia, la belleza, como en el caso de Kate Moss. Por comodidad adoptaba una perspectiva en picado. Hablaba muy poco con los modelos.
Tanto Freud como Bacon se alimentaban de los comentarios sorprendidos de las buenas gentes que encontraban a ambos “demasiado carnales”. “Pinto lo que veo, no lo que queréis que vea”, recordó displicentemente cuando su retrato de la Reina Isabel II fue criticado por evocar a un profesional del rugby.

El estudio de Camden tenía una escasa luz cenital que envolvía a sus modelos como el foco de un interrogatorio policial. Sus perros siempre andaban alrededor, manchándose con la pintura excesiva que caía al suelo.

Cuando el 20 de julio Freud murió en un día casi frío, húmedo, fue algo, en efecto, humillante. Tener que dejar huérfanos a sus perros entre los detritos del estudio donde ya no volverían los modelos entregados al desguace. Y ya  no irritar a nadie con nuevos retratos. ❖ Filosofía Hoy

domingo, 20 de octubre de 2013

MUSEO OCTAVIO DE LA COLINA ( LA RIOJA)

La reserva riojana del arte

Museo de Bellas Artes “Octavio de la Colina”. Debieron pasar 60 años y varios cierres para que este rico reservorio de pintura volviera a brillar. Aquí, un recorrido guiado por su directora y artistas locales.

POR JULIO AIUB MORALEs

Un día el museo municipal de Bellas Artes Octavio de la Colina, de La Rioja, revivió. Debieron pasar más de 60 años y varios cierres para que ello ocurriera. Esta “cigarra” riojana nació en 1951, con un previo Salón de Arte al que se presentaron algo más de mil obras, de las cuales se seleccionaron 499 de los artistas más importantes del país. La reinauguración se hizo con tres importantes muestras: Pensamiento visual, color y forma , de Miguel Dávila, Testimonio expresionista , de Miguel Angel “Toto” Guzmán y la muestra documental Abriendo caminos: orígenes del museo .
Entre los jurados de aquel concurso fundador estaban Raúl Soldi y Horacio Butler, en pintura, y Antonio Sibellino y Nicolás A. de San Luis, en escultura, junto a otros consagrados de la plástica nacional. El Salón se abrió en octubre del 50, con 323 pinturas, 79 esculturas y 97 grabados y dibujos.
Unos 20 mil vecinos –esa era la población de La Rioja entonces– sacudieron su modorra y ávidos de cultura pudieron encontrarse cara a cara con obras de Policastro, Pantoja, Basaldúa, Raquel Forner, Castagnino, Berni, Daneri, Presas, entre otras firmas importantes.
Entre los riojanos estaban Osmán Páez, Guzmán Loza, Elena Luque Vera y otros. Había esculturas de Antonio Devoto, José Alonso, Flora Florini, así como grabados y dibujos de otros consagrados.
El municipio adquirió 20 pinturas, 14 esculturas y 6 grabados y dibujos. Con ese patrimonio, el intendente Angel Vargas creó el museo, pero éste quedó en los papeles hasta que, en 1958, es convocado Miguel Dávila –quien ya vivía en Buenos Aires y luego sería uno de los fundadores de la Nueva Figuración– para dirigirlo. Realiza intensas actividades previas y logra abrir dos salas en 1960, en una casona en el centro de La Rioja, donde expone más de 40 obras prestadas por el Museo Nacional y otras tantas donadas por artistas amigos.
Luego, por los acontecimientos políticos y la desidia oficial el museo funcionó en distintas casonas y muchas de las obras de su rico patrimonio (de Ernesto Deira, Leopoldo Presas, Alfredo Portillos, Carlos Cáceres Sobrea, Mario Aciar, Carlos Cañas, Jorge Demirgian, Ezequiel Linares, entre otros), tanto cuadros como esculturas, se fueron deteriorando por un lado (hasta llegaron a estar en un polideportivo) y varios cuadros pasaron a adornar despachos oficiales y hasta casas particulares de funcionarios. Pero la cigarra –”coyuyo” se llama en el norte– tenía y tiene sus amigos.
Ellos mantuvieron vivo el espíritu del Octavio de la Colina, o MOC, como se lo llama ahora. Así, en 1999 tiene su sede propia y en 2004, retoma su patrimonio. Luego es cerrado para su refacción integral, adecuada a una propuesta museológica, según el ICOM. “Pero igual el museo siguió vivo –comenta su directora Ana Mercado Luna–, llevamos las obras a la plaza principal. Y logramos que las autoridades municipales entendieran la importancia del patrimonio que tiene el Museo”. Así se obtuvo un sector de la céntrica y antigua Estación Sanitaria. Hoy, reinaugurado después de dos años de permanecer en refacciones, un grupo de artistas eminentes riojanos lo recorre, junto con Ñ, para subrayar su peso e influencia en la cultura de la provincia. Para la escultora Martha Cortés Alvarez, el museo logró sobrevivir porque “hay un contrato social” entre la entidad y la sociedad donde se desarrolla, que privilegia “el contacto directo con una obra real”.
“La clave es darse ingenio” para que ese contrato siga vigente en el tiempo, porque “no es sólo cuestión de plata. Tenemos un grupo de amigos del museo, no organizados jurídicamente, que es anterior a nosotras mismas. Fue la comunidad la que lo sostuvo”. El pintor Pedro Molina, otro de los convocados al recorrido, señala que “es saludable no depender del Estado” y su colega Diana Guzmán, acota que “en otras provincias, los museos se han logrado independizar”. Cecilia Matzkin, pregunta “cómo se amplía una institución si el Estado no destina fondos para sostenerlo. Entonces hay que recurrir al merchandising, a las donaciones, a las ONGs”.
El “Octavio” sobrevivió asimismo gracias al ingenio: “para la inauguración, en el 58, Dávila me contó que tuvo que jurarle a Romero Brest que tenía seguros para que el mandara los cuadros.
Y en otra oportunidad, hasta bailó una zamba, porque vino un conjunto folclórico”, cuenta Cortés Alvarez. Otra de las claves de la supervivencia del MOC fue y es “el filtro de calidad, que hay que mantener y elevar”, dice Mercado Luna y “no esperar encontrar aquí lo mismo que en la tele”, acota Molina. Guzmán, que es docente, señala que los alumnos de arte estaban con expectativa por la reapertura “pero no tienen en claro qué es un museo. Por ejemplo, yo le encuentro cada vez más cosas a Dávila. Es un disfrute a largo plazo”.
Para ella, además, “hay que revalorizar a los curadores, son cada vez más necesarios”, pero “no hay que caer en el estrellato del curador, porque eso opaca al artista y su obra, su mensaje”, puntualiza Matzkin. Ahora La Rioja y la región cuenta con un museo “redimensionado, readecuado a una propuesta museológica, basado en las pautas del Consejo Internacional de Museos –enfatiza Mercado Luna– con lo que esperamos superar el drama de los altos y bajos del Octavio”. Sueña con que la próxima muestra en el ala de Grandes Maestros de la Pintura sea la de Carlos Cáceres. Claro que habrá que conseguir los fondos para el transporte..., y el seguro.