martes, 24 de septiembre de 2013

COMO NACE UNA OBRA DE ARTE



Como no le gusta leer y no toma alcohol ni pastillas para dormir, cuando viaja en avión Marcos López pinta con acuarelas. De esos pequeños dibujos han surgido grandes ideas para sus obras. Graciela Taquini encuentra inspiración en la cama, minutos antes de dormirse. Nushi Muntaabski, sentada en un banquito, en medio del bosque, mientras escribe en su iPad. Carlos Herrera sale a caminar por la ciudad, observa a la gente y compra objetos de todo tipo; luego se recluye en su taller del campo, donde los une y les da sentido.
Cada artista recorre su propio camino para llegar a una obra. Aunque todos se encuentran en algún punto, según quienes han estudiado cómo funciona el proceso creativo (ver columna). Estar tranquilos y atentos a la intuición, suspender por un rato el censor y liberar al niño interno, coinciden, son algunas de las condiciones principales para escuchar a las musas, que sólo parecen hablar en susurros.
En esta nota, ocho artistas cuentan cuáles son sus estrategias para "atrapar los peces más grandes", como diría el cineasta David Lynch. Porque, en palabras de Picasso, "la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando". En sus concurridos talleres de guión, el dramaturgo Mauricio Kartun cuenta que él siempre tiene una libreta a mano y lleva un grabador cuando sale a correr, porque las ideas que se van no suelen volver.
Estos métodos no sólo son útiles para los artistas, sino también para mejorar la creatividad en la vida cotidiana. Por eso hoy muchas empresas ofrecen a sus empleados espacios de juego y meditación. El propio Steve Jobs, un hombre que cambió la historia con sus inventos tecnológicos, reconoció que gran parte de sus creaciones se basaron en una lección que aprendió de su padre mientras pintaban juntos un cerco de madera: "Le encantaba hacer bien las cosas -dice Jobs en la biografía escrita por Walter Isaacson-. Se preocupaba incluso por las partes que no se podían ver".
"La creatividad puede resolver casi cualquier problema", asegura el famoso publicista George Lois, que habría inspirado al personaje de Don Draper en la serie Mad Men, en su libro Damn Good Advice for People with Talent ("Buenos malditos consejos para gente con talento"). Dos de estos consejos son: leer los principales diarios todos los días y visitar los museos todos los fines de semana. "Continuamente tenés que alimentar la bestia interior, que echa chispas e inspira -opina Lois-. El ADN del talento está guardado en los grandes museos del mundo, que custodian las epifanías. Estas epifanías entran en el sistema nervioso y en los profundos recovecos de la mente."

martes, 6 de agosto de 2013

BERLIN HOY

a Babel contemporánea

Berlín, usina creativa

Varios artistas argentinos contaron a adncultura cómo viven en la capital alemana, que convoca a colegas de todo el planeta con su estilo bohemio y su bajo costo de vida. Entre ellos, se destacan el tucumano Tomás Saraceno y el danés Olafur Eliasson, creadores de megainstalaciones de espíritu universal inspiradas en este clima cosmopolita
Por   
BERLIN.-Se promociona como la "ciudad del cambio". Y lo es. Después de las profundas heridas que dejó la Segunda Guerra Mundial, resurgió de las cenizas y se reinventó a sí misma, hasta convertirse en uno de los principales centros de arte del planeta.
Atraídos por la libertad creativa, la infraestructura y el bajo costo de vida de la capital alemana, donde se puede conseguir un departamento de tres dormitorios por 500 euros por mes, aquí conviven cientos de artistas de los cinco continentes. Entre ellos, muchos argentinos, como Tomás Saraceno, Charly Nijensohn, Edgardo Rudnitzky, Miguel Rothschild, Manuel Esnoz, Marula Di Como, Celina González Sueyro, Dolores Zinny, Juan Maidagán, Eva Pedroza y Ariel Lo Manno. En diálogo con adncultura , varios de ellos coincidieron en que Berlín cambió en forma radical en esta última década.
Lo confirmó luego Abaseh Mirvali, curadora de los espacios U-Turn en arteBA y LUPA en ArtRio, durante una cena en un exclusivo restaurante de la ciudad. Mientras pedía un schnitzel , plato típico idéntico a la porteña milanesa, la ex directora de la Fundación/Colección Jumex de México confesó que decidió radicarse en esta capital porque aquí vive gran parte de los artistas que le interesan.
En Berlín tiene su principal taller el danés Olafur Eliasson, uno de los artistas contemporáneos más reconocidos. En una antigua fábrica de cerveza montó un estudio donde trabajan unas cincuenta personas -artesanos, arquitectos e historiadores del arte- y forma a las nuevas generaciones en colaboración con la Universidad de Arte de Berlín (ver recuadro).
 
Admiradora de la educación alemana, Celina González Sueyro está haciendo una residencia en Berlín. Foto: LA NACION 
 
También aquí crea sus megainstalaciones el tucumano Tomás Saraceno, representado por la galería Esther Schipper, que luego de haber expuesto sus trabajos en la 53a Bienal de Venecia en y en el MET neoyorquino acaba de sorprender en Düsseldorf con su obra En órbita , por la que se puede caminar a 20 metros del piso.

BAJO PERFIL

Pese a la espectacularidad de estos proyectos de trascendencia mundial, Berlín cultiva el bajo perfil. Aunque tiene decenas de galerías de arte -varias internacionales-, muchas de ellas no dan a la calle. O no tienen un cartel que las identifique, como es el caso de Johann König, donde semanas atrás se inauguró una muestra de la argentina Amalia Pica. Lo único que se puede ver en la página web de Neugerriemschneider ( www.neugerriemschneider.com ), representante de Eliasson, Ai WeiWei, Tobias Rehberger y Rirkrit Tiravanija, es el siguiente mensaje: "Si quiere contactarnos, por favor mándenos un mail".
 
Compositor polifacético, Edgardo Rudnitzky colabora con Jorge Macchi. 
 
La ciudad ni siquiera tiene feria propia. Lo más parecido es Art Berlin Contemporary, un espacio centrado en los artistas que exhibe en septiembre solo projects de 130 galerías internacionales. Y en abril se realizan los Gallery Weekends, una suerte de Gallery Nights extendidas que convocan a importantes coleccionistas internacionales (ver recuadro).

UNA GRAN VIDRIERA

"A mí me atrajo el espíritu bohemio de Berlín. Su variedad me inspira", dice Esnoz, que llegó por primera vez a esta ciudad en 2004, con un grupo de más de veinte colegas argentinos que participaron de los festejos del décimo aniversario de la hermandad Berlín-Buenos Aires (ver recuadro). "Por otra parte, Berlín es una gran vidriera: está absolutamente proyectada hacia el exterior", agregó el pintor, representado por la galería neoyorquina Kravets/Wehby.
Esta ciudad concentra a creativos de todo el planeta, que suman aportes de distintas disciplinas. El escultor Ariel Lo Manno llegó a la ciudad hace cinco años y al poco tiempo comenzó a trabajar con artistas de Japón, China, Estados Unidos. Tres años más tarde, el grupo reunía a casi cien colegas de distintos países.
 
En su taller, Manuel Esnoz escucha hablar a los vecinos en varios idiomas. 
 
"Berlín es multicultural", coincide la joven Eva Pedroza, hija de la pintora Ana Eckell, que estudia becada en una universidad. "Es una ciudad cosmopolita, donde hay mucho diálogo", agrega Celina González Sueyro, que está participando de una residencia y expuso en la galería Kwadrat, de Martin Kwade.
La diversidad étnica se nota especialmente en el barrio de Kreuzberg, el preferido por los artistas, que huyeron de Mitte cuando subió el precio de los alquileres. Por el mismo motivo, las galerías se reagruparon en torno a la calle Potsdamer... Hasta nuevo aviso.
"Berlín estalló en los últimos años. Es una ciudad muy dinámica", observa Rudnitzky, compositor devenido artista y radicado aquí desde hace más de una década. Además de realizar sus propias instalaciones colabora con Jorge Macchi, con quien produjo la obra La ascensión para la 51a Bienal de Venecia.
"Acá la escena es enorme: si no te llevás bien con uno, te llevás bien con otro", observa Rothschild, que participó en junio en Art Basel representado por la porteña Ruth Benzacar.
¿Se puede vivir del arte en Berlín? El sí es unánime. Si no alcanza con la venta de obras, otra opción es integrarse a una estructura universitaria que, según ellos, es "incomparable". Di Como, por ejemplo, además de impulsar el proyecto Migrantas, da charlas en instituciones y obtuvo varias becas desde que se instaló en Berlín, en 2002. En ese sentido, según González Sueyro, Berlín es "otro planeta".
 
Marula Di Como, integrante del colectivo Migrantas, en su lugar de trabajo. 
 

DATOS & PISTAS

Exhibición. Lo más parecido a una feria de arte en la capital alemana es Art Berlin Contemporary (www.artberlincontemporary.com ), que exhibe en septiembre solo projects de artistas representados por 130 galerías internacionales. En abril se realizan los Gallery Weekends (www.gallery-weekend-berlin.de ), en los cuales unas cincuenta galerías -muchas de ellas agrupadas en torno a la calle Potsdamer- inauguran muestras con invitados internacionales durante tres días y tres noches. Entre los principales espacios de exhibición de arte contemporáneo se cuentan los museos Hamburger Bahnhof y Martin Gropius Bau, así como las colecciones privadas de Christian Boros -alojada en un antiguo búnker-, Thomas Olbricht, Arthur De Ganay y Erika Hoffmann.
Educación. El prestigioso artista danés Olafur Eliasson forma a las nuevas generaciones en el innovador Instituto de Experimentación Espacial, en colaboración con la Universidad de Arte de Berlín (UDK). Junto con la Kunsthochschule Weißensee (KHB), son las dos principales universidades para estudiar arte en Berlín. Sobre becas de estudios en Alemania se puede consultar al Servicio de Intercambio Académico Alemán ( www.daad.org.ar) .
Ciudades hermanas. El año próximo se cumplirán veinte años del acuerdo de colaboración entre Berlín y Buenos Aires. Para celebrarlo, Dudu von Thielmann impulsa la segunda edición del festival "Diálogo Cultural Berlín-Buenos Aires". La primera edición, en 2004, incluyó una muestra en la capital alemana del Movimiento Notango, con obras de 24 artistas argentinos.

viernes, 12 de julio de 2013

MUSEO DE ARTE MODERNO DE NEW YORK (guía)

Con esta nota- guía iniciamos una forma de mostrar los mejores Museos del mundo

Museum of Modern Art (MOMA)



Transporte:
Metro E, V. Estación Fifth Ave-53 St
Dirección:
11 W calle 53, entre 5a y 6a ave
Precios:
Adultos US$25 / Estudiantes US$14 / +65 años US$18 / Menores de 16 años libre
Viernes de 4:30 pm a 8:30 pm entrada gratis.
Horarios:
Lun, Miér, Jue y Dom 10:30 am a 5:30 pm
Viernes 10:30 am a 8 pm
Entre septiembre y junio, el primer jueves de cada mes abre hasta las 8:30 pm
Cierra los martes, el día de Acción de Gracias y Navidad

Mapa

El Museo de Arte Moderno de Nueva York, MOMA en siglas, fue fundado en 1929 por reconocidos filántropos neoyorquinos como Abby Aldrich Rockefeller, una de las matriarcas de la misma familia que construyó el magnífico 30 Rock. Estos acaudalados socialité lograron con el paso de los años armar la que quizás sea la colección de arte moderno y contemporáneo más extensa e importante del mundo. Tan extensa es que es bueno planificar qué les interesa ver para que no enloquezcan ante tantos estímulos.
Un buen plan es empezar desde el piso 6 y luego ir bajando.

Piso 6: la vista

El edificio que visitarán fue inaugurado en 2004, después de 4 años de reformas según un diseño del arquitecto Yoshio Taniguchi para duplicar su tamaño. El edificio en sí ya es un objeto de colección, el cual logró muy bien su integración con la arquitectura circundante, siguiendo el plan de Taniguchi. Para apreciarlo les recomendamos subir al piso sexto, disfrutar la vista del Midtown de Manhattan desde los amplios ventanales.

Piso 5: los orígenes

Como en casi todos los museos de primera línea abundan los Cezanne, Van Gogh, Matisse, Dalí, Miró, Mondrian, Warhol, Duchamp. Este museo tiene entre su colección una obra medular del arte contemporáneo como lo es Las Señoritas de Avignon (1906) de Pablo Picasso, así como La persistencia de la Memoria del casi artista pop Salvador Dalí. Recordemos que si bien de origen hispano, estos artistas son catapultados a la fama mundial por la sociedad neoyorquina que los adoraba.

Piso 4: artistas norteamericanos

Los artistas norteamericanos no se quedan atrás. La colección de Jackson Pollock, referencia del expresionismo abstracto norteamericano, es amplísima en el MOMA. Si quieren entender mejor a este artista y su técnica del dripping les recomendamos ver Pollock (2000) dirigida y protagonizada por Ed Harris.
Otra galería imperdible es la de Edward Hopper, quien privilegió el espacio, los anuncios, las habitaciones y locales vacíos por sobre las multitudes, incluso cuando pintaba a Nueva York, ya en sus tiempos concurridísima. Las pintura de este neoyorquino más tarde inspirarían a Alfred Hitchcock, quien tomó prestada su mirada para algunos de sus encuadres más icónicos, como el contrapicado a la casa de Norman Bates.
El díscolo Andy Warhol también es un consentido del MOMA. Si bien sus miles de serigrafías pululan por todo el mundo, verlas en New York, su hogar, les da un aura y un brillo especial que deben ver frente a frente.

Piso 3: diseño, arquitectura, fotografía y dibujo

Este museo además tiene en el piso 3 reconocidas colecciones de diseño gráfico e industrial, de arquitectura, fotografía y dibujo. Les recomendamos especialmente la de diseño gráfico e industrial, pues el MOMA ha sido líder en incorporar a sus colecciones perfiles de nuestras vidas contemporáneas que por rutinarios obviamos su dimensión estética. Por ejemplo, existe una sala dedicada a la fuente Helvética como objeto de diseño, y otra con Ataris, teléfonos de disco, televisores de los sesenta, sillas, muebles, en fin, piezas de uso cotidiano considerados por sus curadores clásicos de diseño.

Piso 2: Ilustraciones e impresos

El piso 2 por su parte está dedicado a salas de libros ilustrados e impresos, así como a su colección de filmes, en donde además tienen las salas donde proyectan ciclos de cine en permanente rotación. Aquí también hay una cafetería donde pueden reponer fuerzas.
Así podríamos seguir listándoles las magníficas colecciones del MOMA -aquí solo les nombramos algunas que nos fascinan- pero les aburriríamos. Imagínense que son más de 100 mil piezas en exhibición permanente. Tienen que visitarlo Ustedes mismos, no una, sino muchas veces. Si intentan hacerlo todo en un día se van a saturar, tengan a mano unos analgésicos y no digan que no se los advertimos. Si insisten en verlo todo, pueden hacer un par de breaks para despejar la mente en el jardín de las esculturas diseñado por Philip Johnson en los cincuenta, un oasis en medio de la ciudad.
A diferencia de la mayoría de los museos cierra los martes en vez de los lunes. No lo olviden para que no vayan a perder un viaje. Sepan que todos los viernes de 4:30 pm a 8:30 pm la entrada es libre, aunque la verdad es que es muy poco tiempo para visitar este enorme museo, eso si, sirve como abrebocas para un próximo viaje.

martes, 25 de junio de 2013

YAYOI KUSAMA- Entrevista

Yayoi Kusama, la princesa de los lunares

Desde su retiro en Shinjuku, Tokio, la artista viva más importante de Japón, cuya obra será el eje de una gran muestra en Malba que inaugura el próximo 30, habla de sus miedos, sus obsesiones y el sentido existencial de su arte
La misteriosa y esquiva "princesa de los lunares", como la bautizaron sus fans, está a punto de marcar un nuevo récord en Malba. Antes de que abra sus puertas en Figueroa Alcorta y San Martín de Tours, la muestra de Yayoi Kusama ya es noticia en Buenos Aires y su cara seria con peluca roja, una imagen reiterada en las páginas de revistas y suplementos culturales. Tapizada de lunares, la fachada de Malba reproduce la marca registrada de Yayoi, como la araña de Louise Bourgeois o las sopas Campbell's de Warhol. A los 84, es la artista viva más importante de Japón. Una leyenda que a partir del 30 de este mes será parte de la agenda cultural porteña.
Los lunares explican la influencia que Kusama ha tenido y tiene en el mundo del diseño y de la moda, relación que se hizo evidente dos años atrás cuando intervino la colección de LVMH y elevó a precios astronómicos la cotización de sus carteras exhibidas en todas las tiendas de la firma a nivel mundial.Obsesión infinita , la muestra que reunirá en Malba más de cien obras realizadas durante casi seis décadas, se centra en la tesis de que esta fusión de lo público y lo privado, la delgada línea roja que separa la producción artística de las obsesiones personales, la convirtieron en una de las figuras más importantes de la escena de posguerra.
Nacida en Matsumoto en 1929, Kusama participó en Nueva York de la revolución pop de los años sesenta. En la década siguiente, regresó a Japón y se internó en forma voluntaria en un psiquiátrico de Tokio. Hoy pinta en su taller, ubicado a pocas cuadras de allí, en el barrio de Shinjuku, y regresa dócilmente todas las noches a su cuarto de la clínica que eligió como hogar. En su retiro de Tokio aceptó dialogar con adncultura y salir, aunque sea por un par de horas, de la soledad elegida.
Durante muchos años estuvo prácticamente olvidada y vivió en la más profunda pobreza, pero de manera inesperada, por la fuerza poderosa de su imagen, fue ganando reconocimiento, tanto en el mundo del arte como en la cultura popular. Trabaja con muchos medios: dibujo, pintura, escultura, instalaciones y ambientes, videos, intervenciones en el espacio público. Fue pionera en muchos aspectos de su producción: por ejemplo, en 1963 usó empapelados con los que se anticipó tres años a las vacas de Andy Warhol. Su producción literaria, que va de la mano con su arte, es enorme: trece novelas, una autobiografía, que fue best-seller en su país natal, y un extenso catálogo de poesía.
Más allá de sus innovaciones formales, que le otorgaron un lugar destacado en la historia del arte contemporáneo, Kusama fusiona la psicología del artistaoutsider con el vocabulario y los métodos pop, como la producción en serie y el uso de objetos cotidianos. Ella encarna el mito del poeta enfermo y desde niña ha sufrido diferentes enfermedades psicológicas: un fuerte sentido de despersonalización, alucinaciones, depresión, tendencias obsesivo-compulsivas. Al mismo tiempo, sus happenings , orgías y performances de la década de 1960 comunican el mensaje emancipatorio de la época.
-Usted es una de las artistas más aclamadas y reconocidas del mundo, con muestras en la Tate Modern, Reina Sofía, Pompidou y el Museo Whitney, además de la exitosa intervención en los diseños de Louis Vuitton. Sin embargo, durante años su obra quedó marginada, se diría que olvidada. ¿Por qué cree que fue así?
-Por la enfermedad psicológica que padezco desde la infancia. Depresión, trastorno de despersonalización, trastorno obsesivo-compulsivo. He luchado contra ello con todo mi arte. Mi arte siempre ha estado a la vanguardia y es tan innovador que la gente no puede mantenerse a la par.
 
Diversión en el campo, de Yayoi Kusama, 2012. 
-Ahora vende muy bien, pero durante su estada en Nueva York vivió casi en la pobreza. ¿Es importante el dinero para usted? ¿Si hubiera tenido dinero antes hubiese trabajado de otro modo? -Todos los artistas que son sinceros son psicológicamente conflictivos. Si uno piensa en Munch y Van Gogh, por ejemplo, está clarísimo. Yo no soy una excepción. Ese tipo de artistas, entre los que me incluyo, padecen por la creación artística y sufren tanto psicológica como económicamente.
- Desde 1948 hasta comienzos de la década de 1970 vivió principalmente en Nueva York, y luego volvió a Tokio. En Japón estudió y dominó la pintura tradicional nihonga, pero también fue parte importante de la vanguardia estadounidense. ¿Cree que su arte es un híbrido de tradiciones occidentales y japonesas?
-No, no lo creo. He establecido el arte de Yayoi Kusama y con extraordinario esfuerzo he luchado junto a él, mi espíritu, mi filosofía y mi visión de la vida.
-¿Por qué volvió a Japón? ¿Este regreso tuvo un efecto en su trabajo?
-He sufrido y luchado contra el fantasma agobiante de la enfermedad psicológica. El médico en Nueva York era freudiano, por lo que quebró mi arte. Luego de mi regreso a Japón he estado trabajando en obras de arte de mayor escala pese a mi enfermedad.
-Desde fines de los setenta vive en una clínica psiquiátrica en el distrito Shinjuku de Tokio. ¿Por qué se internó allí? ¿Cuáles son sus problemas psicológicos?
-Cuando crecí, en el medio de la guerra, había profundas fricciones en mi familia. Tuve que ver a un médico incluso en mi niñez y fue a través de la pintura que encontré un camino para superar mis angustias.
-¿Cree que en la enfermedad como un disparador de la creatividad? ¿Su enfermedad le da una visión de la naturaleza y de la existencia diferente al registro de las mentes "normales"?
-Hay una conexión entre mi enfermedad y mi arte. La obra Prisionera rodeada por una cortina de despersonalización , por ejemplo, está inspirada en las alucinaciones relacionadas con mi enfermedad. Yo considero mi visión de la vida desgraciada y reflejo esos pensamientos en mi arte. Para sobreponerme a la enfermedad, he reflexionado sobre mi situación psicológica. Por medio del arte, he superado mi infelicidad.
-Muchas de sus obras están cubiertas con un elemento repetido de modo obsesivo: un punto, un falo, una pieza de pasta seca. ¿Por qué tiene esta compulsión por la repetición?
-Esta repetición obsesiva tiene que ver con mi estado, es así mi universo.
 
El autoborramiento de Kusama. Juego de caballos, 1967. 
-Muchas de sus esculturas se titulan Obsesión por la comida u Obsesión por el sexo. ¿Cuál cree que es la relación entre la comida y el sexo? -La relación entre los dos es un miedo tremendo. Repito: la repetición obsesiva proveniente del desorden obsesivo-compulsivo.
-Ha sostenido sistemáticamente que el sexo siempre la horrorizó. ¿Por qué cree que sucede eso?
-Creo que ésa es una pregunta para un psiquiatra.
-¿Alguna vez hizo psicoanálisis?
-El médico freudiano que me atendía en Nueva York hizo empeorar mi enfermedad. Aquí en Tokio, en cambio, mi médico piensa en el desarrollo artístico.
-¿A qué le teme más en la vida?
-Les temo a los críticos de arte y a los medios de todo el mundo que vienen a visitarme, privándome de mi tiempo para crear.
-¿Qué diferencia al artista de otra gente?
-Estoy demasiado absorbida por mi creación, por lo que creo inútil ocuparme de esa cuestión.
-¿Un artista debe sacrificar su vida para hacer su obra?
-Para mí, sobreponerme con todas mis fuerzas ha sido todo en mi arte. Creo que nadie en el mundo tiene la intensidad artística que tengo yo. Pongo todo mi corazón y toda mi alma en la pintura, el resto del tiempo preferiría morirme. Por el momento y mientras respire, estoy luchando sin darme tiempo para descansar porque quiero dejar el mensaje de Yayoi Kusama a las generaciones futuras. Esta tarea es como una revelación divina.
 
Las obras de Kusama ya están colgadas en Malba. Foto: Ignacio Coló
-¿Cree que los artistas nacen o se hacen? -Depende de cada artista. En mi caso, nací artista y moriré artista.
-¿Son importantes sus recuerdos? ¿Piensa seguido en su infancia? ¿Y en su familia?
-Sí, son importantes. También escribo, por lo que convierto esos temas en novelas y poemas.
-¿Cree que el amor existe realmente o es sólo una ilusión?
-El amor, como filosofía de vida que todo lo abarca, permite a los seres humanos vivir sus vidas en este universo infinito.
 
Happening anti-guerra en el Brooklyn Bridge de Nueva York, 1968. 
-Tuvo relaciones estrechas con varios artistas importantes: Joseph Cornell, Donald Judd y Lucio Fontana, por nombrar algunos. ¿Qué significaron estas relaciones para usted? -Son personas que realmente me conmovieron y sentí profunda empatía hacia sus pensamientos artísticos. Gracias a su bondad y ayuda pude llegar hasta donde llegué.
-Fuera de Georgia O'Keeffe, a quien escribió antes de venir a Estados Unidos, ¿hay otras artistas mujeres cuya obra respeta?
-Sigo estando profundamente agradecida a ella y toda su consideración hacia mí: amablemente me presentó a críticos de arte y me abrió las puertas de importantes galerías. Creo que tenía un espíritu sumamente noble. Me parece que no es significativa la distinción entre artistas hombres y artistas mujeres.
-Alguna gente ha optado por verla como una feminista por el contenido sexualmente explícito de gran parte de su obra y por el mensaje emancipatorio de sus presentaciones y happenings a fines de la década de 1960. ¿Qué piensa de esta etiqueta? ¿Es usted feminista?
-Fui reconocida como artista, no como feminista.
-Muchas de esas obras apuntaron contra políticos del momento -Fidel Castro, Lyndon B. Johnson, Richard Nixon- y parecieron ser muy críticas del statu quo. ¿Esta dimensión política fue tan importante para usted como la liberación sexual?
-Sí.
-Los títulos de muchos de sus cuadros recientes hacen referencia a guerras, destrucción, caos y confusión. ¿Sigue interesada en la política y en seguir los grandes acontecimientos ? ¿De dónde viene esta iconografía apocalíptica?
-Me interesa la política y veo y sigo todo. Estoy al tanto de la situación en Medio Oriente, de la política de Estados Unidos y Japón. Leo mucho de noche.
-A fines de la década de 1960 usted consagró muchos matrimonios gay, cuando la homosexualidad era aún ilegal en Estados Unidos. ¿Qué piensa de la legalización del matrimonio gay?
-La primera boda homosexual fue organizada por mí usando la moda Kusama. Esto sucedió hace 40 años en Nueva York y tuvo una influencia notable en mucha gente. Es bueno que se esté legalizando el matrimonio gay.
 
Yayoi Kusama, 1939. Foto: Gentileza Malba
-¿La religión o la espiritualidad significan algo para usted? -El arte de Yayoi Kusama es mi religión. Me han llegado revelaciones de todas partes del mundo.
-Desea ser cada vez más famosa. ¿Qué significa para usted ser famosa?
-Ahora que me he vuelto famosa, mi tiempo está cada vez más ocupado por los visitantes de los medios internacionales. Recibo muchos encargos de proyectos de arte público o pinturas murales. Todo lo que deseo es poder tener tiempo para mi creación.
-También es una escritora reconocida. Malba, en colaboración con la editorial independiente Mansalva, va a publicar la traducción al español de dos cuentos y una nouvelle. ¿Sigue escribiendo? ¿Cuál es la diferencia entre escribir y crear arte para usted?
-Nunca pensé realmente en la diferencia entre escribir y crear arte. Crear pinturas y esculturas, películas, novelas, poemas? Son todas partes del arte de Yayoi Kusama.
-¿Piensa mucho en la muerte? Ha dicho que es adicta al suicidio, ¿por qué quiere matarse? ¿Qué es una adicción al suicidio?
-Durante toda mi vida he pensado a diario en la vida y la muerte. He intentado suicidarme continuamente.
-¿Qué significa el concepto de autoborramiento? ¿Significa desaparecer o fusionarse armoniosamente con el mundo?
-El concepto es extinguir mi existencia y fusionarme con el flujo del tiempo infinito para finalmente volver al universo.
-¿Qué significan sus puntos? ¿Tienen un significado simbólico? ¿Son agujeros en el espacio?
-Los puntos son sólidos e infinitos. Son una forma de vida. Sol, luna, estrellas son cientos de millones de puntos. Cada ser humano es también un punto. Los puntos no pueden existir por sí mismos, solo pueden existir cuando se reúnen unos con otros. Admiro completamente su "infinitud" y estoy profundamente conmovida por la grandiosa presencia del universo, que está lleno de un poder misterioso.
-Su colaboración con LVMH fue anticipada por las muestras de moda que orquestó en la década de 1960, así como por la ropa que diseñó. ¿Qué significa la moda para usted?
-Me atrajo la honestidad de LVMH. Hay mucho en común entre la actitud con que encaran sus diseños y mi relación con la moda.
 
Larratt-Smith y Yayoi Kusama en Tokio. 
-Usa espejos a menudo en su trabajo. ¿Por qué le interesan los espejos? -Los espejos reflejan un mundo que nos es desconocido. Son realmente misteriosos.
-Ha vuelto a pintar con continuidad en los últimos siete años. ¿Por qué ?
-En realidad no sólo pinto, también estoy trabajando en esculturas eléctricas y en obras de gran escala para exteriores. Mi arte es un compuesto de varios medios.
-¿Le interesa el cine? ¿Le gusta ver películas? Si es así, ¿cuáles?
-Creé mis propias películas, las presenté en festivales de cine importantes de todo el mundo y gané varios premios.
-Esta entrevista anticipa la muestra Yayoi Kusama. Obsesión infinita, organizada por Malba en Buenos Aires y seguirá a Brasil y a México, una presentación a gran escala de su obra en América Latina. ¿Qué significa para usted esta posibilidad?
-Estoy muy feliz de haber sido invitada para hacer esta muestra itinerante. Me honra profundamente poder aportar mi arte y contribuir a su salto gigante al futuro. Mis obras me han ayudado a sobreponerme y me han absorbido por completo. Hoy sigo luchando con entusiasmo, incluso arriesgando mi propia vida. Siento que se acerca el fin de mi vida y quiero dejar un mensaje a las generaciones jóvenes acerca de cómo conducir las suyas. Luego me llevaré conmigo, amorosamente, cada una de mis obras de arte al universo.

Kusama escritora

Para acompañar esta muestra, Malba y la editorial Mansalva publicarán la primera traducción al español de dos cuentos de Kusama y la nouvelle Suicidio doble en el monte de los cerezos. Por otra parte, Malba editó un catálogo de 232 páginas en español e inglés, con ilustraciones en color de las obras expuestas, ensayos de los curadores y una cronología visual de la vida de la artista.

  • Ficha. Yayoi Kusama. Obsesión infinita en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Avda. Figueroa Alcorta 3415) del 30 de junio al 16 de septiembre. Curada por Philip Larratt-Smith y Frances Morris
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martes, 21 de mayo de 2013

XUL SOLAR / 22a edición de arteBA

Xul Solar, estrella argentina en el pabellón central de Venecia

A Xul Solar, originalísimo y místico creador, le hubiera gustado la manera como se encadenaron los hechos para que su obra fuera seleccionada por el curador para la 55a Bienal de Venecia, la mayor vidriera de las artes visuales, inaugurada en 1895 por Umberto de Saboya.
La suma de casualidades, o causalidades, se inició con la visita de Sofía Hernández Chong Cuy, curadora y colaboradora del director de la 55a Bienal Massimiliano Goni, al Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), donde descubrió las pinturas de Xul. Fue en 2005, cuando montó la muestra Contemporáneos 21.
Volvería a reconocer su personal trazo y el imaginario astrológico-místico en las obras donadas por Patricia Cisneros al MoMA, de Nueva York. Y ya lo había "fichado" a Xul para la Bienal, cuando encontró puesta en imágenes la relación Borges y Xul Solar, en la muestra que se exhibe en la American Society de Park Avenue, con curaduría de Gabriela Rangel, hasta el 20 de julio.
Con Jorge Luis Borges compartió los tiempos de Martín Fierro y esa rara fascinación por las raíces ocultas y misteriosas de las cosas.
En este año su obra integrará el Palacio Enciclopédico, columna vertebral del guión de la Bienal de Massimiliano Gioni (40), que es director de New Museum de Nueva York y de la Fundación Nicola Trussardi de Milán.
La idea está inspirada en la maqueta de un palacio fenomenal, construido por el artista Marino Auriti, en 1950, para albergar el conocimiento del mundo, ciencias, matemáticas, astrología, filosofía. La obra de Auriti era una torre de madera, curiosamente muy parecida a las torres pintadas por Xul Solar, que también las imaginaba como la suma del saber.
El Palacio Enciclopédico de hoy es un proyecto ligado a las investigaciones del artista argentino, que en las primeras décadas del siglo XX vivía obsesionado por crear un idioma universal, la panlengua; un juego de ajedrez también global, y que atesoraba en una serie de cuadernos los hallazgos de sus pesquisas en diarios y revistas. Esto es lo que más le interesó a Gioni, que instalará la obra en el Pabellon Stirling, ubicado en el centro de los Giardini.
De esta forma se repite lo sucedido en la Bienal 52, cuando el envío argentino fue la obra de Guillermo Kuitca y el curador general Robert Storr eligió para su proyecto curatorial la obra de León Ferrari.
La inauguración será el 28 y, según fuentes inobjetables, la Presidenta no viajará; Nicola Costantino mostrará su video instalación inspirada en tres facetas de la vida de Evita, mientras Xul Solar estará en Venecia con sus obras premonitorias, quizá las más originales.
La Bienal, que abre sus puertas el 1° de junio, tendría un carácter especial porque la obra de Costantino se exhibirá en el Pabellón de los Arsenales, que será argentino por dos décadas.
Las creaciones de Xul Solar aportan al conocimiento universal los hallazgos de una mente brillante, iluminada por el conocimiento de la astrología y una mística pasión. Como la colección de carpetas de recortes, de los años 40. Estarán también el "Títere de la muerte", protagonista del "Teatro de la vida", marionetas que representan a personajes del zodíaco, y las cartas astrales de protagonistas de la historia argentina y mundial.
Las obras proceden de la Fundación Xul Solar de Buenos Aires, y llegarán a los Giardini venecianos con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Nación. Será incluido el Panjogo, conocido también como panajedrez o pan-chess, un resumen de sus investigaciones formales. Junto al panajedrez se exhibirán 150 cartas de panlengua, idioma universal monosilábico, sin gramática, de base numérica y astrológica, destinado a unir el lenguaje de América, Europa y Asia.
Este "corpus" tan único y seleccionado desde tan lejos, pone el foco una vez más en la cosmología personal del "pintor, escribidor y pocas cosas más" llamado Alejandro Xul Solar, un artista contemporáneo por su resistencia al rótulo y a las clasificaciones y universal por la epopeya cotidiana de su quehacer, entre la magia, la mística, la música y la levedad de una paleta inconfundible.
Sus pinturas se caracterizan por el uso de gamas de amarillos, azules y naranjas, tratados siempre con sordina, sin estridencias.
En la lingüística organizó dos nuevos idiomas: el neocriollo y la panlengua; realizó innovaciones en la anotación de la música y en proyectos de reforma de la anatomía humana. Recreó el tarot tradicional por uno con nuevos arcanos y buscó desde todas las trincheras encontrar una manera lúdica de comunicarse. Nacido Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, en San Fernando en 1887, murió en el Tigre en 1963..
Del editor: por qué es importante.
La elección confirma el excelente nivel de los artistas argentinos reconocidos por especialistas tanto en el país como en el exterior

viernes, 15 de febrero de 2013

ART DÉCO

Belle Époque tardía

Art Déco en la era de la fantasía

Mientras el gran sismo de la Primera Guerra Mundial sacudía Europa, Buenos Aires era la capital boyante de un país que continuaba su desbocada carrera de progreso e ilusión, balanceándose entre gobiernos democráticos y autoritarios. En esa singular coyuntura nace una arquitectura soberbia que forma parte del patrimonio porteño

La Primera Guerra Mundial, que para Europa significó un gran sismo, para la Argentina no fue más que un sacudón que permitió abrir las puertas a una nueva modernidad. Y Buenos Aires, obsesionada por el progreso, presentaba óptimas condiciones para absorberla por todos los medios. Esta aptitud ecléctica y desprejuiciada hizo que la vida en Buenos Aires ya se asomara a la posmodernidad.
Las verdades, los gobiernos, las artes, los escenarios cambiaban con la velocidad de la moda y el relativismo "discepoliano" se iba imponiendo como religión práctica y cotidiana. Casi todo se desdramatizaba en la capital de un país que continuaba su desbocada carrera de progreso e ilusión, balanceándose entre gobiernos democráticos y autoritarios. Se puede aseverar que el período de entreguerras fue el que dio su carácter final a una Buenos Aires mítica compuesta de tango, cine y radio; diarios, revistas y libros; dancings, teatros y cabarets; luz, sensualidad y velocidad. Fue la época en que pasa de ciudad capital a metrópolis sudamericana iluminada por un fervor literario inédito que comienza a darle proyección universal.
De madre francesa y padre vienés, el Art Déco sale a la luz internacional con la Exposición de Artes Decorativas de París de 1925. Buenos Aires, como no podía ser de otra manera, lo capta precozmente. Sus orígenes aristocráticos se aburguesan y muy pronto se popularizan. A esto contribuye la captación mediática que hacen los Estados Unidos del estilo, al que fagocitaron Hollywood y sus films y Nueva York y sus rascacielos.
 
La Maternidad Sardá (Esteban de Luca 2151). 
El Art Déco se hizo muy familiar para el público argentino, al que estimulaba no sólo a través de los cines sino también en su hábitat cotidiano: departamentos, bancos, fábricas, cafés y restaurantes llevaban el sello zigzagueante de sus líneas. Era una alternativa primordial en la feria de estilos del academicismo. Su matriz decorativista, rectilínea y simplificadora de las formas le permitía adaptar casi cualquier arquitectura del pasado y su versatilidad intrínseca lo deja acoplarse fácilmente a las nuevas tecnologías, como el hormigón armado y la luz eléctrica. En Buenos Aires, el Art Déco alcanza un brillo y un espesor similar al del Art Nouveau. Es más bien cosmético y pocas veces genera estructuras espaciales originales. Su versatilidad le permite, en su vertiente clasicista, deshacerse de los órdenes y componer sobre la base de simetrías y proporciones reafirmadas por facetados, estrías y escalonados. En su vertiente goticista muestra un gran avance en la resolución de una nueva arquitectura para rascacielos cada vez más altos, que así pueden liberarse de recetas completamente historicistas, crecer en altura y estructurarse a través de haces de líneas y replanos, de manera telescópica.
Son pocos los cultores absolutamente fieles al estilo, entre ellos los arquitectos Alejandro Virasoro y Andrés Kalnay, que buscan explorar la innovación transformando la decoración en un nexo integrador de diseño y construcción. El primero fue un proyectista "afrancesado" y ejecutor desenfrenado de innumerables edificios de departamentos cuadriculados, con obras cumbre como el Banco El Hogar Argentino (Bartolomé Mitre 575), que despliega un espacio interior catedralicio, y la Casa del Teatro, ese reverberante zigurat de la avenida Santa Fe.
 
Edificio sobre la calle Perón 2622. 
El húngaro Kalnay, por su parte, practica una versión centroeuropea del estilo, ornamentada con objetos y personajes, para erigir casas como castillejos, cines como caleidoscopios o cantinas como pabellones de diversión; tal el caso de la Confitería Munich en Costanera Sur. Pero será su hermano Jorge, más dedicado a la sobriedad racionalista, quien construirá el "búnker" periodístico Art Déco del precoz zar mediático del período: la sede del diario Crítica, sobre la Avenida de Mayo, una puesta en escena con motivos decorativos americanistas para el "ciudadano-periodista-director" Natalio Botana. El Art Déco se instala en las clases medias, las mismas que poco antes elegían el Art Nouveau y ahora consumen el nuevo estilo retratado por el cine y las revistas. Prende entonces en los frentes de los edificios para casas y departamentos otorgando prestigio de "modernos" a los propietarios. Constituye la nueva cara de "casas chorizo", petits-hôtels, villas, chalets y edificios de renta que no abandonan sus matrices originales pero que se cubren de muchos recuadros, prismas y zigzags, con sus superficies siempre ejecutadas con el mágico símil piedra. En todos aparece un repertorio geológico, una densidad mineral y acentos fósiles dentro de un aura medieval y melancólica. Algunas construcciones adquieren características monumentales, como la mole de Perón 2622, realizada por el francés Roger Tiphaine, mezcla de esbelto paquebote con estilizado templo egipcio , con dos torres-chimeneas como amarres para dirigibles que bien podría estar junto al Central Park de Nueva York.
Un estilo para todos los gustos y todas las posibilidades, el Art Déco se impone también en la arquitectura institucional y pública. Prolifera en varios edificios de Diagonal Norte, donde las corporaciones lo utilizan según su ascendencia. De la veta francesa en "La Equitativa del Plata" que alojaba a la "Aéropostale" a la flemática variante británica en el edificio de la compañía Shell. También surge en la " City" con edificios como el Banco de la Provincia de Buenos Aires, donde revivifica el clasicismo insuflándole modernidad. Pero no sólo lo usa la "patronal" sino también los sindicatos; es el caso de las sedes de La Fraternidad o la Unión Ferroviaria.
 
La Facultad de Medicina de la UBA, en Paraguay 2155. 
En el ámbito oficial, tiñe escuelas en diversos barrios con variantes que reciclan motivos indigenistas pero también geometrías abstractas; salpica ministerios, oficinas públicas y hospitales, como el Ministerio de Obras Públicas y el de Hacienda o la Maternidad Sardá; estructura y adorna parquizaciones y urbanizaciones como las costaneras. Como no podía ser de otra manera, se cuela además en edificios comerciales e industriales. Desde los pequeños frentes de boutiques y sus vidrieras diurnas y nocturnas, pasando por los hoteles como el "decogótico" City o los garajes -establos de hormigón para autos-, hasta los mercados que tienen su apoteosis en el de Abasto. En una inédita síntesis greco-gótica, cuando se inauguró esta catedral abastecedora su apariencia era religiosa y su espacio interior, casi místico.
Si de majestad Art Déco se trata, también participa de ella la usina de la CATE en Puerto Nuevo. Proyectada por los belgas Derée y Robert Duicque, es un palacio de la electricidad, esa energía que posibilitaba la iluminación nocturna, una de las herramientas de diseño cruciales del estilo.
Más allá del protocolo y la oficialidad, de la informalidad y la domesticidad, el Art Déco señoreó sobre el esparcimiento y el entretenimiento. En especial sobre la legendaria noche porteña de tango y jazz, humo y champagne , con santuarios de peregrinación como el Tabaris, el Chantecler o el Armenonville, con interiores de sofisticada modernidad, a la manera de los transatlánticos.
Se abre entonces la edad dorada de los cines, esos "palacios de la ilusión" (ver recuadro) que invaden el centro de Buenos Aires y se esparcen por casi todos los distritos de la capital con el repertorio de fantasías en la pantalla pero también en los halls y en las salas. En 1929 se produce un crac finaciero mundial que pone fin a los "años locos" y al año siguiente un crac institucional nacional que cierra un período de progreso. Son tiempos de retorno al orden, de racionalidad y austeridad, una quimera que durará poco más de una década.
 
El Teatro Ópera (Av. Corrientes 860). 
El surgimiento del Art Déco coincide con la desenfrenada expansión del cine. El nuevo género inaugura una gran fantasía globalizada, una realidad paralela basada en la imagen en movimiento y con sonido que necesita de templos para consagrar el rito de los fieles espectadores. El nuevo estilo encaja perfectamente con la moderna fantasía al formar un matrimonio que se consagra en Hollywood con un interminable cortejo de duendes kitsch . En la Argentina, y particularmente en Buenos Aires, los cines fueron un "tercer hogar", el de la evasión. Y así como las escuelas fueron también palacios, algunos alcanzaron capacidades superiores a los 2000 espectadores. Los ejemplos más espléndidos se levantaron alrededor de 1930, justo cuando el cine pasa de mudo a sonoro.
El repertorio iconográfico fue muy amplio, con uso de motivos de culturas antiguas modernizados. El despliegue se realizó sobre fachadas, foyers y salas, todo realzado por efectos de iluminación y las posibilidades técnicas del hormigón armado o el aire acondicionado. Entre los tantísimos que hubo merecen destacarse el Suipacha, con relieves alegóricos sobre el cine; el Broadway, "déco-cubista" con un cuerpo de departamentos encima; el Capitol, que adscribía al "decollywood" californiano, el Monumental, construido en una variante "déco-azteca"; el Palais Royal, dentro de una elegante variante británica, y el Metropolitan, que prefiguraba la austeridad del racionalismo.
Pero el Art Déco se eleva a la altura de una superproducción multiestelar en el cine-teatro Ópera, construido en apenas ocho meses e inaugurado a todo trapo en 1936. Obra cumbre del gran arquitecto de los cines, el belga Albert Bourdon, fue la gema de la red de salas de Clemente Lococo, un verdadero "palacio de ensueño" que emulaba en fachada, foyer y sala al Cine Rex de París.
La imagen de la fachada evoca un palacio henchido, coronado por una tiara y engalanado con frisos brillantes como alhajas, y por debajo una inquietante marquesina. Este reluciente hall -con revestimientos abstractos, construcciones lumínicas y escaleras sobreactuadas- busca prologar las ensoñaciones de la sala, que cuenta con laterales tratados como variados paisajes arquitectónicos de estilo kitsch y consistencia escenográfica. El cielorraso que simula una gran vía láctea funciona como incitación a evadirse evocando el firmamento de las estrellas del cine. Estupendo ejemplo de Art Déco tardío, el eje París-Nueva York-Hollywood es la fórmula de referencia. Su exterior y los espacios principales participan de un juego formal y cromático muy efectista, al modo de un afiche tridimensional.
Estos efectos se potencian por el contrapunto que ofrece la sobria imagen del desafiante Gran Rex, inaugurado al año siguiente, que comparte con el Ópera el privilegio de ser las máximas reliquias arquitectónicas nacionales de la edad dorada del cine.

datos & pistas


  • Contexto. El período de entreguerras dio su carácter final a una Buenos Aires mítica. En ese momento de esplendor, la ciudad capital se convierte en metrópolis sudamericana, iluminada por un fervor literario inédito que comienza a darle proyección universal.
  • Furor. Retratado por el cine y las revistas, el Art Déco se instala en las clases medias con su matriz decorativista, rectilínea y simplificadora de las formas, que le permite adaptar casi cualquier arquitectura del pasado.
  • Versatilidad. Permeable a todos los gustos y posibilidades, así como a las nuevas tecnologías, el estilo no sólo se impone en los frentes de los edificios para casas, departamentos y petits-hôtels sino también en la arquitectura institucional y pública e incluso en la noche porteña, a través de los cines y teatros que invaden la ciudad.

martes, 12 de febrero de 2013

MINUJIN

Los viajes de una artista pop

A los ocho años se creía Van Gogh y a los doce se fue de su casa y se anotó en Bellas Artes. En los 60 experimentó con ácido lisérgico y mescalina. Hoy, a los 70 años, reivindica esa experiencia con la que, dice, expandió su conciencia. No falta ni un día a su taller y prepara una retrospectiva en Nueva York.

POR Eduardo Villar

"Casa Minujín” dice un antiguo cartel negro con letras doradas apoyado en el piso de una de las habitaciones del caserón donde ahora trabaja cada día Marta Minujín entre cientos de obras de arte, esculturas de yeso, de hierro o de bronce, colchones de colores flúo, un Citroen 3CV destartalado y cubierto de venecita, fotos, libros, pinturas, vidrios. En este caserón de San Cristóbal que ahora es su taller estaba el local de su abuelo ruso, que fabricaba y vendía uniformes. Aquí pasó Marta Minujín buena parte de su infancia, que ahora recuerda como penosa. “Nací en un mundo muy de locos –dice–, mi familia era medio loca. Mi padre esperaba que yo fuese varón y me peló hasta los cuatro años. Ya en la escuela era una rebelde brutal y supe en primero superior que quería ser artista plástica.”
¿Cómo lo supiste?
Lo supe. A los 8 años yo me creía Van Gogh. Entonces iba por el puerto y dibujaba cosas negras, terribles. A los doce me fui a vivir a la casa de mi prima y me anoté sola en Bellas Artes. Hice todas las carreras juntas: grabado, pintura, dibujo, escultura... Hice La Cárcova, la Pueyrredón y no me recibí de nada. Y me gané la beca a Francia a los 16. A esa edad, para emanciparme, me casé con mi actual marido, para lo cual falsifiqué mi edad, y me fui a París tres años. La infancia la recuerdo como algo horrible que no quiero ni recordar. Mi hermano se murió de leucemia y mi madre llevaba las cenizas por todos lados, mi papá era cazador y tenía ciervos embalsamados. Horrible. Recién fui feliz cuando me hice pop. Porque cuando era existencialista en París no era feliz. Leía El ser y la nada y me deshacía yo. Aunque París me abrió la cabeza. No lo podía creer. Y después me fui a Nueva York y tampoco lo podía creer.
Después de ser artista existencialista en París y artista pop en Nueva York –donde el año próximo hará una retrospectiva en el Museo del Barrio, con curaduría de Victoria Noorthoorn–, eligió en los 70 vivir y ser artista en Buenos Aires por razones que ya explicará en la charla. Por ahora, cuenta que no falta ni un día a su taller; que llega a las 12:30, se cambia y trabaja hasta las siete de la tarde: que si no lo hace, se siente mal; y que trabajó aun el día de la semana pasada en que se casó con el arte en una absurda, delirante ceremonia en el Malba, el día de su cumpleaños. Le pregunto
¿Cómo estuvo eso?
Genial. Fue divertido… por la repercusión que una persona se case con el arte, algo invisible, inimaginable. Me interesa que la gente piense que existen otras posibilidades en la vida, aunque uno esté en un rincón, tirado en el piso, y que puede vivir una vida mejor a través del arte, que en el fondo es parecido a una religión.
“Parecido a una religión” dice Minujín que es el arte y después de un breve silencio pasa a hablar de otra “religión”, cuando era hippie en Nueva York, “entre el 67 y el 72, más o menos” y desayunaba cada día con LSD.
Eras un poco hippie.
¡Hippy total…! Vivía en Central Park, después fui a San Francisco… Vivía enganchada en el ácido lisérgico, era una religión, viste, me levantaba y me tomaba 400 microgramos. Fueron 4 o 5 años.
¿Y podías trabajar?
Bueno, hacía los dibujos psicodélicos. Que son distintos porque son hechos por muchos, no tienen mucha identidad. El psicodélico no es un arte que esté tanto en los museos. Porque es un arte comunitario. Yo empezaba un dibujo y lo seguía otro. Yo agarraba el de otro… Eramos todos uno.
¿Y todos tomaban ácido?
Sí, vivíamos como en comunidad, éramos unos 14 o 15. Conocí a Timothy Leary, estuve en San Francisco con Allen Ginsberg… Todos tomábamos. ¡Todos! Pero era una re-li-gión. Era muy genial. Nadie compraba ropa… A mí me iba bien en todas las galerías de arte y era famosa por el Minuphone y el Minucode, pero nunca más fui a la calle 57 ni a las galerías, no soportaba lo formal. Vivíamos en Low East Side y había una tienda de ropa y una dejaba la ropa y se ponía otra… Y nadie era dueño de nada, nadie era dueño de casa, nadie tenía nada.
Pero era riesgoso, mucha de esa gente se reventó y se murió. O quedaron ciegos porque tomaron ácido lisérgico y se pusieron a mirar el sol. Otros se volvieron iuppies, que fue lo peor. Acido lisérgico de fin de semana. Tomaban ácido para divertirse.
¿Y ustedes?
Nosotros, los hippies del principio, los de Woodstock y la isla de White éramos hippies de verdad. Lo que vino después fue otra cosa… ¡Pero era fantástico! Por ejemplo me miraba la mano y veía la mano de una persona de cien años… A los 28 años me miraba al espejo y era una vieja de 90, me veía todas las arrugas, todo lo que te iba a pasar, todo.
Pero explicame bien, ¿cómo es, se altera la percepción?
La percepción es exageradamente fuerte. Se te abren todas las puertas. Entonces por ejemplo, te tomás un taxi, sentís la mala onda del taxi y te tenés que bajar porque no lo podés soportar. No podés soportar la vida… ¡No podés soportar la comida…! Pero en el Central Park la pasábamos bien… leíamos William Blake… Después de tres años de tomar ácido ya te acostumbrás, entonces tomabas el ácido, te ibas a Central Park, te subías a un árbol (aunque parezca increíble), charlabas con otros que eran igual que vos, no tenías contacto con la realidad, comías comida macrobiótica que la hacíamos nosotros mismos en frascos, y vivías ahí descalzo y leías William Blake, leías y te transportabas. Yo en Londres fui a ver la muestra de dibujos de William Blake y me metí adentro. Te metías adentro de las obras… De William Blake o del Renacimiento. Así era. Después llegué a la Argentina, hice el diario ese underground, Lo inadvertido, contagié a todo el mundo del hipismo ahí en el 68, 69, cuando surgió Almendra y todos esos, después me volví a Washington, seguí siendo hippy como hasta el 70 y pico. Post hippie: ya no tomaba ácido porque me asusté mucho. Mucho, mucho, mucho. Cuando dejé de tomar ácido el golpe fue brutal. Y después ya nadie te hacía caso porque llegabas tarde a todos lados, vivías en tu mundo… Entonces te cerraban las cuentas en los bancos, no pagabas, te echaban de los departamentos… Ya eras como vandálico y ya se empezó a acabar el hippismo, todos mis amigos se empezaron a morir, a Timothy Leary lo metieron preso…
Dirías que el ácido lisérgico es una droga intelectual…
Totalmente. Y además vos la tomás y lo que hacés es viajar cuatro horas. Y ese viaje es absolutamente maravilloso porque vos ves los colores… Por ejemplo estos colores con los que trabajo ahora creo que son resultado de lo que hice antes. Porque ya me quedó expandida la conciencia, no se me cerró.
Claro, tenés la memoria de eso…
No sé si la memoria.
No me refiero a la memoria intelectual, sino sensorial, una memoria de los sentidos.
No, yo creo que es la conciencia, se te expande la conciencia. Te mirás la mano y ves la mano de una persona de 100 años, 200 años, no sé, tres vidas.
Una lucidez muy fuerte...
Claro. Entonces por ahí te da miedo. Yo me acuerdo que una vez en San Francisco, había ido a dar una conferencia y me agarró pánico de los alumnos, pánico de Berkeley, de la universidad, de todo, que me pareció terriblemente straight . La gente formal me parecían policías todos. Entonces me tenía que ir y eso te margina muchísimo. Pero al mismo tiempo vivís una cosa inolvidable y para mí es extraordinario lo del ácido. Es maravilloso haberlo vivido. Fue peligroso porque andaba con la marihuana Acapulco gold y 200 pastillas de ácido lisérgico encima y entré en la Argentina cuando nadie sabía eso y los repartí por la calle Florida cuando hice “Importación/Exportación”. Porque yo creía firmemente que todo el mundo tenía que tener la conciencia expandida. Y de ahí salió la maravillosa música de los Rolling Stones y de Los Beatles, y ahí lo conocí a John Lennon y éramos todos iguales... Fue genial. Pero se pasó, ya pasó. Me quedó toda esta mezcla de colores flúo porque era como vivir en flúo. Yo ya no puedo, pero a mucha gente le haría bien abrir un poco los sentidos, “las puertas de la percepción”, como decía Aldous Huxley. Podría gozar mucho más de la vida. Porque vos mirás una flor y te metés en la flor. El tiempo es otro. Agarrás un libro y te metés en el libro, mirás un cuadro y te metés en el cuadro, mirás el cielo y estás en la Vía Láctea.
De aquella época del ácido, ¿tenés obra buena?
Sí, pero están vendidas... En el catálogo de la retrospectiva que hice en el Malba hay unos dibujos que hice en un viaje de ácido fabuloso... Pero no tienen valor estético, tiene valor testimonial e histórico. En el MoMA no vas a ver obras hechas bajo el efecto del ácido. No existen en la historia del arte. De artistas borrachos, sí. Picasso era borracho, Modigliani era borracho, todos borrachos...
En esa época ya estabas casada. ¿Tu marido, que es economista, te acompañó en eso?
No, ni sabía. Porque yo tengo la capacidad de ser muchas personas en una. Llegaba a mi casa y era con él de una manera, pero cuando me encontraba con los otros era de otra. Y vivíamos mucho tiempo separados porque él estaba en otros estados de Estados Unidos estudiando economía en Columbia, o en Colorado... Y cuando me hice hippie él ya había vuelto a la Argentina y yo me quedé allá. Y mi hijo ya había nacido y estaba acá con el padre.
¿Por qué volviste a la Argentina si te gusta tanto Nueva York?
Porque me inspira la Argentina. Si yo me hubiera quedado, hoy sería millonaria. En la Colección Lichtenstein hay 76 obras mías, y en la de Andy Warhol también. Pero si viviera allá, “El Partenón de libros” nunca lo hubiese hecho, ni “El Obelisco de pan dulce”. Estaría haciendo un arte sofisticado y sería de l’école americana.
¿Fue una elección tuya?
Sí, fue una elección. Ya me estaban transformando en una artista de la escuela norteamericana, con Nam June Paik y todo el arte tecnológico. Pero cuando llegué acá dije: con esta realidad tan obtusa y cerrada hay que acostar al Obelisco. Después hice las esculturas de las caras cortadas, frente a lo multifacético de esta sociedad en la que tenés que acostumbrarte a tener siete presidentes en una semana, el dólar que sube y baja... En Nueva York, estaría haciendo un arte súper sofisticado que no tiene nada que ver con la esencia argentina. Entonces prefiero ser argentina, quedarme acá y listo.
¿Pero valorás ese arte tan sofisticado de Nueva York?
Sí, es un arte fantástico, todo lo que hacen es extraordinario. Por eso hay gente que se quedó ahí. Además los artistas son muy valorados. Acá no... Acá yo soy valorada pero tipo payasesco...
No hay en la Argentina un artista tan popular como vos. ¿Cuánto de esa popularidad se debe a tu arte y cuánto a tu personaje? Porque no hay tanta gente interesada en el arte...
No, pero ahora está interesando más porque es la única manera de salvarse de la realidad terrible que vivimos. Y por eso lo de casarme con el arte fue tan importante. Porque muestra que todo es posible en el mundo del absurdo y de lo inmaterial. Vos podés estar en una cueva, siendo pobre, y con tu imaginación –si leyeses libros y no mirases toda la basura que hay en la televisión– estarías bien. Hay una posibilidad de sentirse bien a través del arte. Yo creo que la gente lo sabe. Por eso el otro día cuando me casé con el arte dije “ojalá mucha gente que gasta plata en Punta de Peste haciéndose casas de quince millones, hagan museos privados y muestren el arte de los argentinos. Los norteamericanos en la década del 50 les quisieron ganar a los franceses y se propusieron revalorizar a Pollock, a Rothko, a Barney Newman, y los revalorizaron y les ganaron... El mismo Andy Warhol vale más que un Van Gogh ahora. Eso lo hicieron los norteamericanos con una fuerza de conciencia nacional. Fue un plan nacional para ayudar al arte y convertirlo en una fuente de turismo. En todas las provincias debería haber museos para que la gente vea el arte de los argentinos y no que vaya a comprar arte afuera.
¿Muchos argentinos compran arte afuera?
Muy pocos. Habrá 15 o 16. Pero hay y lo tienen escondido. Lo compran en Art Basel y lo traen escondido. Y nadie sabe lo que tienen. Pero no compran arte argentino. Porque ¿yo cuántas obras tengo aquí en el taller? 650 o más...
Es que compran arte no como obra sino como una inversión, como si compraran bonos...
Claro, si comprás un Botero después lo vendés en cualquier lado.
¿Qué te parece arteBA?
Yo odio las ferias. Te hacen sentir mal mal porque hay mucha ansiedad por vender y los artistas se sienten mal si no venden. Es un espanto. Yo nunca pensé en vender. Hacía arte porque quería y si vendía, era un milagro...
¿Este dominio del mercado y esa ansiedad por vender condicionan la producción de los artistas? ¿Crean lo que pide el mercado?
Si son malos artistas, sí. Hay muchos escultores y pintores, pero hay pocos artistas. Artistas hay contados en el mundo. Jeff Koons no es un grande... Ni Damien Hirst, son fenómenos del mercado... No son Rauschemberg ni Picasso ni Dalí.
¿Qué hace que un pintor o un escultor sea artista?
¡Que sea auténtico...! Y que no se contagie con todas las corrientes que lo involucran. Y que no le haga caso a nadie. Yo abandoné los colchones porque no tenía taller en Nueva York. Y volví a los colchones, que es algo que inventé yo, y tuve la valentía de volverlos a hacer sin tener miedo de que digan que me repito. Muchos tienen miedo y piensan: “¡Ay, no, todos los años tengo que hacer algo nuevo!” Yo hace 47 años con “La Menesunda” hice obra site-specific, que ahora es lo último; fui la primera artista en el mundo que hizo arte con televisión con “Simultaneidad en simultaneidad”; todo eso se está revalorizando en el mundo como obras pioneras hechas en la Argentina. Pero todo eso fue posible en esa época gracias a que había grandes hombres, como Romero Brest, Julio Payró, Córdoba Iturburu, que pensaban y eran filósofos... No hay ahora grandes pensadores del arte; lo que hay son críticos a los que les pagan por escribir, ése es el drama. Pero no hay filosofía del arte. El mercado arruinó todo.
¿Cuándo empezó?
En la década del 60 en el mundo entero había pensadores sobre el arte. Pierre Restany, Lawrence Alloway... Cuando aparece el Pop rompre todas las estructuras. Pero sobre todo porque Estados Unidos quiere ganarles a los franceses, quiere haber sido impresionista, quiere haber sido fauvista, y no lo fue. Entonces con el action-painting ponen todo en sus artistas. Lo que habría que hacer aquí es poner todo en los artistas argentinos, sean buenos o malos... ¿Por qué Alan Faena gasta 100.000 dólares en traer artistas extranjeros? ¿Por qué financia tan pocos argentinos? Porque no cree que valga la pena pagar 30.000 dólares por una obra argentina. Por eso muchos artistas no tienen plata, trabajan de profesores... Hay muchos artistas buenísimos en la Argentina. No sé si son tan geniales como yo, porque tampoco el mundo puede producir tantos buenos artistas. En el Renacimiento estaban Leonardo y Miguel Angel y en los 400 años siguientes no pasó nada, eran todos rococó y barrocos. Hasta el impresionismo. Entonces la década del 60 hizo boom. Pasó en el rock, en la literatura, en el cine. Antonioni, Fellini, Godard, Truffaut... ¿Cómo vas a comprarlos con Stephen Spielberg que es puro tecnicismo? No podés, faltan ideas. La gente no cree en la abstracción ni en las ideas. Hace poco releí El arte de amar , de Erich Fromm, y leí Elogio del amor , de Alan Badiou. Badiou no le llega ni a los talones a Fromm. Tampoco hay ya grandes filósofos... Toda la libido quedó en Internet y en las comunicaciones, que fueron un cambio brutal...
¿En qué momento empezaste a hacer la artista que sos hoy?
En los 60, cuando agarré el colchón de mi cama y lo puse en una obra. Con el colchón, descubrí el arte blando y después el arte pop y después el arte conceptual. A raíz de ese colchón me liberé por completo de la pintura y del relieve. Necesitaba una forma blanda, entonces agarré mi colchón y lo clavé y desde entonces soy igual. Fue un golpe de genialidad.
¿En Nueva York te sentirías tan cómoda hoy como en los 60?
Los americanos eran muy abiertos en esa época. Ahora no estoy tan segura. En el MoMA me encontraba todos los días con amigos y nos divertíamos como locos. Ahora hay miles de personas, no hay un café donde sentarse, es muy desagradable. Ya es un shopping. Aunque esté Picasso. Con el Pompidou es lo mismo...
En el 63 destruiste toda tu obra en un happening. ¿Volverías a destruir hoy todas tus obras?
¡Sí!
¿Por qué?
¡Porque me gusta!